No lo planeé.
No lo escribí en ningún calendario.
No lo medité con intención de hacerlo real.
Y, sin embargo, sucedió.
Un día cualquiera —que no era cualquier día—
la vida me susurró algo distinto.
No con palabras…
sino con una sensación que no cabía en el cuerpo.
Una emoción sin nombre.
Una certeza sin lógica.
Una presencia.
Ese día, supe que había llegado el momento.
Y publiqué mi voz.
No la que uso para hablar con el mundo,
sino la otra.
La que guarda todo lo que nunca dije.
La que siempre estuvo ahí,
esperando que yo también me escuchara.
Ese fue el verdadero comienzo de este espacio.
El momento exacto en el que dejé de escribir para otros,
y comencé a recordar para todos.
No fue perfecto.
No fue grandioso.
Fue real.
Y eso, para mí, es sagrado.
El mensaje que lo inició todo no está aquí…
pero sí en cada palabra que ha nacido desde entonces.
Quizás no entiendas todo con la mente.
No hace falta.
Este lugar está hecho para que el alma escuche.
Gracias por estar aquí,
aunque no sepamos por qué.
Gracias por sentir,
aunque no siempre podamos explicarlo.
Gracias por recordar,
aunque no sepamos qué.
Nos vemos en el próximo susurro.
🕊️
– El Alquimista del Alma